sábado, 3 de agosto de 2013

La pérdida del paraíso

El capítulo 2 del Génesis es un relato de la creación centrado en el ser humano. También aquí se pueden establecer paralelismos y contrastes con otro mito babilónico: el poema de Gilgamesh.
 

El buen salvaje en la ciudad


El poema babilonio cuenta que, para doblegar al arrogante rey Gilgamesh los dioses deciden enviarle a un compañero. Y así el dios Aruru crea a Enkidu, un hombre puro, salvaje, que vive en plena naturaleza, solo entre los animales. Un buen día los dioses le envían a una joven meretriz, que lo inicia sexualmente. Con ella Enkidu gana un conocimiento, pero pierde el vínculo que lo unía a la naturaleza y a las bestias del campo. Las gacelas huyen al verlo y ya no puede corretear con ellas como antes. La mujer lo lleva a la ciudad, donde conoce a Gilgamesh y se convierte en su amigo inseparable. Juntos corren muchas aventuras hasta la muerte de Enkidu, que sumirá al rey en honda desesperación. Tras el duelo, Gilgamesh emprenderá un largo camino en busca de la flor de la inmortalidad.

¿Qué encontramos en este mito, refiriéndonos al hombre primigenio?
  • La creación expresamente querida por los dioses de un ser humano que, en principio, vive en armonía con la naturaleza. Es un hombre creado para un fin.
  • Es iniciado sexualmente y pierde su conexión con el mundo natural.
  • A cambio, aprende a vivir en la ciudad, con otras personas, y conoce el valor de los vínculos: la amistad, la lealtad, el amor.
  • Siempre queda una añoranza de esa vida idílica, en comunión con los animales y el mundo salvaje.


Adán y Eva en el jardín


En Génesis, 2 se nos relata la creación primero del hombre, que está solo en el jardín del Edén, con todos los animales, a quienes da nombre. Pero Dios ve que no son la compañía adecuada para él y crea a la mujer para que sea su compañera. El ser humano se concibe como hombre y mujer, sexuado desde su inicio. Ambos forman una unidad. Y viven felices durante un tiempo. Dios les ha dado todo cuanto necesitan, con un aviso: no deberán comer del fruto del árbol del bien y del mal.

La serpiente acude para proponerles que coman del fruto del árbol del bien y del mal. Los incita, diciéndoles que si lo hacen serán como dioses. Eva, y Adán con ella, pues está a su lado, aunque en el diálogo nada dice, deciden comer del fruto que Dios les ha prohibido. En ese momento ganan consciencia de que «están desnudos». Y se ocultan a los ojos de Dios, que pronto descubre su desobediencia. Los expulsa del paraíso, maldiciendo a la serpiente y decretando que, de ahora en adelante, deberán esforzarse por sobrevivir, con esfuerzo y dolor. Al vetarles el acceso al árbol de la vida, los priva de la inmortalidad. Los animales ya no serán más amigos y la tierra será hostil. Las relaciones entre hombre y mujer quedarán marcadas por el deseo y el afán de posesión.

¿Qué encontramos aquí, como en el Gilgamesh?
  • La creación del hombre por un acto de voluntad de Dios.
  • La iniciación del hombre y la mujer acarrea su ruptura con Dios y con el orden armonioso en que viven.
  • Del paraíso son arrojados al mundo real: el de la historia humana, marcada por el esfuerzo, la lucha y el conflicto.
  • La nostalgia del paraíso perdido es una cicatriz en la memoria de la humanidad.


Similitudes


Ambos mitos explican el origen de la naturaleza humana y de su mortalidad.

Ambos intentan explicar la pérdida de la inocencia y la ruptura que se da entre el hombre civilizado y el mundo salvaje.

En ambos la iniciación conlleva un estado de superior consciencia o conocimiento, a un precio. Son «como dioses» pero nunca serán dioses.

Siendo conscientes de las ventajas de la civilización, los autores de estos relatos no dejan de constatar la añoranza de un estado primigenio, en comunión con la naturaleza, que se ha perdido.

Los dos mitos también explican la realidad que rodea al hombre: hay que trabajar duro para comer; la naturaleza puede ser hostil; las relaciones humanas están llenas de conflicto, violencia y juegos de poder.

Diferencias


Ahora veamos algunas diferencias entre ambos mitos:
  • Enkidu es un hombre solo, salvaje. Y es feliz así. Sus compañeros son los animales. Adán y Eva no están solos en el paraíso: se tienen el uno al otro y tienen a Dios por amigo. Los animales no son un apoyo suficiente (Gén 2, 20). 
  • Enkidu es creado para un fin utilitario previsto por los dioses. Adán y Eva son creados por un deseo de Dios de hacer un ser semejante a él. En cierto modo, es como un deseo de expansión, de proyección, comparable al de la paternidad.
  • La iniciación en Génesis, 2 no se da con el sexo, sino con un acto de desobediencia: comer del fruto prohibido. La pérdida de la inocencia no es sexual, sino ética.
  • La civilización es vista con tintes más positivos en el Gilgamesh: hay un orgullo en los logros humanos y se describe el esplendor de las ciudades. La visión de Génesis, 2 es más pesimista: muestra la cara oscura de la civilización humana.


¿Quién es la serpiente?


Interpretaciones posteriores, sobre todo en el ámbito cristiano, han visto en la serpiente una imagen del diablo. En el texto bíblico no se dice nada similar. La serpiente es, simplemente, un animal astuto, que engaña y enreda. Esta serpiente tiene eco en la serpiente mítica que, en los poemas babilónicos, custodia el árbol de la inmortalidad.

Es muy interesante leer despacio el texto de la tentación de la serpiente para captar detalles que a veces pasan desapercibidos en una lectura rápida o con prejuicios. Por ejemplo, vale la pena fijarse en algunos aspectos:
  • El Génesis precisa que el árbol que está en centro del paraíso es el árbol de la vida, y que Dios prohíbe al hombre comer del árbol del conocimiento del bien y del mal.
  • Pero cuando habla con la serpiente, Eva dice que el árbol del centro es el árbol prohibido, el del bien y del mal. ¿Confusión intencionada o error? Cuando Dios prohibió al hombre comer de este árbol, aún no había creado a Eva. Así que cabe la posibilidad de que Adán no le transmitiera bien la prohibición a su mujer… o que Eva la haya entendido a su manera.
  • La serpiente ¿miente cuando dice que no morirán al comer el fruto? ¿Dice la verdad cuando afirma que serán como dioses? Vale la pena ver hasta qué punto se vale de medias verdades para liar el asunto.
  • ¿Dónde está Adán mientras Eva dialoga con la serpiente? Los estudiosos señalan que el texto original hebreo incluye una partícula: «Adán con ella comió del fruto» (Gén 3, 6), que no se suele traducir y se omite. Este pequeño nexo indica que, aunque callado, Adán está todo el tiempo presente en la conversación. Por tanto, consiente comer del fruto prohibido y es tan responsable como Eva.
  • El fruto, por cierto, se suele traducir por manzana, pero el término original significa fruto en general. Puede ser cualquier cosa.


La manzana y el sexo


No han faltado las teorías que, basándose en la similitud de los dos relatos, indican que el acto de comer la manzana vendría a ser como un disfraz simbólico del acto sexual. Con diversos argumentos, se justificaría así la atribución de una supuesta naturaleza pecaminosa al sexo. La tesis puede ser sugerente para explicar ciertas corrientes puritanas en el seno de las religiones monoteístas, pero es anacrónica y no tiene nada que ver con el relato del Génesis en sí, la intención de sus autores y su contexto. De entrada, Dios crea al hombre sexuado y bendice su unión y su reproducción. Con lo cual el sexo es obra divina, sagrado y bendecido por el Creador. La sexualidad no es negativa en el pensamiento bíblico; esto solo basta para tumbar la teoría. Pero hay otra razón más profunda. El relato de Génesis, 2, en consonancia con el hilo argumental de todo el Pentateuco, quiere acentuar que la pérdida de un estado de gracia original es causada por la rebeldía, la desobediencia a Dios. Lo que importa aquí no es tanto el sexo como la libertad del hombre. Siendo semejante a Dios, puede decidir entre obedecerle o no.

En resumen, el mito de Gilgamesh pone el acento en la búsqueda de la inmortalidad. El mito de Génesis, 2 hace hincapié en la libertad moral del ser humano.

La historia de dos hermanos


Génesis, 4 nos relata la historia tan conocida de Caín y Abel, los primeros hijos de Adán y Eva. Este relato y los que lo siguen intentan explicar el origen de los diferentes pueblos de la tierra.

Caín, labrador, representa la civilización agraria, a menudo hostil al pueblo hebreo. Quizás por eso es el «malo» del a historia. Abel, pastor, representa los pueblos nómadas, de quienes descendían los primeros israelitas. En Israel siempre prevaleció una visión favorable e idílica de los pueblos pastores por encima de los agricultores.

El relato del primer crimen es otra fábula que explica dos pasiones humanas tan antiguas como letales: la envidia y la ira, capaces de romper la fraternidad. Cuando Dios pregunta a Caín: ¿dónde está tu hermano?, este responde con otra cuestión: ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano? Este es el quid de la historia. Los seres humanos están llamados a ser guardianes, a cuidar unos de otros. Pero los celos y la violencia los separan y provocan el conflicto.

Con el relato de Caín y Abel también se afirma otro principio: toda vida es sagrada, por ser de Dios, y el homicidio es el peor delito, que clama al cielo.

Es muy interesante la reacción de Dios cuando Caín confiesa su crimen. No lo castiga, como cabría esperar. En cambio, asegura que lo protegerá. En este caso, Dios es fiel a su ley moral: proteger la vida siempre, tanto la de justos como la de los pecadores. El hombre puede atentar contra esta ley, pero no él.


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